Nunca pensé que un libro pudiera marcarte tanto. Tendría 10 años cuando saqué de la estantería de mis padres aquel libro recién llegado a casa. Lo miré y me pareció demasiado "gordo" para mí. Sin embargo, para cuando mis padres se quisieron dar cuenta, yo ya estaba encerrada en mi cuarto, devorando sus páginas. Tenía todo lo que por aquel entonces me fascinaba: aventura, misterio, sociedades secretas ... y sobre todo, arte. Sí, ya sabéis de que libro os estoy hablando. Y sí, puede que no tuviera los mismo hobbys que mis amigos. Mis padres se habían encargado de ello. Desde pequeña me habían enseñado a apreciar aquello que para mí era imposible de creer: una pintura, un palacio, una escultura, un libro...

Así fue como, entre asesinatos, anagramas y obras de arte, se despertó en mí la fascinación por aquel artista. Ese famoso bestseller plantó en mi inocente niñez una semilla que, con el tiempo, no fue hizo más que crecer. Aquella niña que soñaba con tiempos pasados, encontró en Leonardo Da Vinci su inspiración y así acabo, loca perdida por el arte y su historia.

Es por esto, que he decidido dedicarle este post al artista al que le debo mi vocación: Leonardo Da Vinci.

Me pregunto si habrá alguien en el mundo que no conozca alguna de sus obras -tanto artísticas como sus aportaciones en el ámbito de la ciencia y la ingeniería-. Millones de visitantes acuden a las exposiciones de sus trabajos y un número aún mayor lee una gran cantidad de libros sobre su enigmática figura. Todos conocen a Leonardo. ¿Y sabéis qué? Todos deben conocerlo. Su fama es más que merecida y por ello, desde Espacio Artemisa, sentimos el deber de preservar su memoria junto con la de otros/as artistas.

Más allá de su obra su recuerdo es una fuente inagotable de inspiración para las generaciones de hoy. Para mí, Leonardo no simboliza al genio del pasado, es el y la artista del futuro.

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